En
ocasiones, la publicidad que Facebook construye a partir de las
características de nuestro perfil en la red social (edad, estado
civil, gustos, etc.), da pie a situaciones embarazosas. Tengo amigas
de cuarenta años a las que Facebook ha comenzado a sugerir de forma
poco caballerosa una serie de potingues antiarrugas. A otras amigas
treintañeras, la red social las anima a
consultar productos relacionados con bebés, como juguetes, tronas y
ropita muy mona. Si de su registro de actividad Facebook deduce además que no tienen hijos pese a encontrarse en edad de
merecer, la red social se atreve a proponerles diversas clínicas de
fertilidad. Toda una audacia.
En
lo que a mí respecta, sé que debo cambiar el estado civil de mi
perfil. Actualmente, Facebook trabaja con la idea de que soy un
varón maduro y soltero, y en consecuencia éstas son algunas de las
páginas que me ofrece: Madres
solteras sexys (“Ve
fotos de mujeres solteras de tu zona”), Amor
en Alicante (“Chatea
con miles de mujeres que están buscando pareja”), Ningún
joven permitido (“Tener
citas con las mujeres maduras y exitosas que están buscando una
oportunidad de amar”), Muy
lindas (“Tú
también puedes conocer extranjeras lindas), ¿Quieres
tener novia? (“Conoce
mujeres que buscan lo mismo”), etc. Yendo un paso más allá, después de establecer implícitamente una relación entre el estado civil de una
persona y su apariencia física (si todavía eres soltero tal vez
deberías cuidarte, parece ser la idea), Facebook añade a mi menú
publicitario varias páginas para que desarrolle mi musculatura y
mejore mi aspecto (Súper
cuerpo en 3 semanas o
Gana
más fuerza).
Si a estas alturas todavía no hubiera quedado moralmente hundido, Facebook
complementa las propuestas con varias ofertas de zapatillas de
deporte y los últimos videojuegos del mercado. Como se ve, el
prototipo de hombre maduro: un verdadero triunfador.
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