martes, 22 de enero de 2013

Películas, guionistas e ideas desaprovechadas

Muchas películas tienen su origen en un germen o una idea brillantes. ¿Qué ocurriría si pudieras viajar al pasado y conocer a tus padres, pero el simple hecho de hacerlo pusiera en riesgo tu propia existencia? ¿Qué ocurriría si el ser humano hubiera dejado de ser la especie dominante en la Tierra y hubiera terminado esclavizado por una especie animal “inferior”? ¿Y si la Tierra fuera un basurero deshabitado en el que sólo siguieran viviendo unos pocos robots dedicados a labores de limpieza? Lamentablemente, una buena idea no es suficiente para que una película funcione. También se necesita un guión a la altura, por eso películas cuyo desarrollo supera incluso a la brillante idea que les dio pie, como Regreso al futuro, El planeta de los simios o Wall-E, no abundan.


"¡Demonios, Marty!"

"¡Os maldigo a todos! ¡Maldigo las guerras! ¡Yo os maldigo!"

Que una idea brillante y original genera mayores expectativas que una idea trillada es algo evidente. Pero también puede ocurrir que unas expectativas demasiado elevadas acaben pasando factura a la película que no pueda satisfacerlas, porque el filme corre peligro de ser juzgado con mayor rigor. Comparemos, por ejemplo, una premisa atractiva como la siguiente: ¿y si una nave espacial desaparecida junto con toda su tripulación reapareciera misteriosamente años más tarde?, con otra absolutamente insustancial: ¿y si un policía se disfrazara de abuela para proteger a una bella joven que ha sido testigo de un crimen? Corresponden a Horizonte final y a Esta abuela es un peligro. Ambas películas son un desastre, pero por la ambición de los planteamientos yo me atrevería a señalar a Horizonte final como la peor y la más tramposa de las dos (muchos pensaréis que es un sacrilegio que yo esté comparando ambos films; a todos vosotros os digo: es mi blog). Trataré de explicarme, porque no es mi intención reivindicar las películas de actores que se disfrazan de mujeres, abuelas o animales (la mitad de la filmografía de Eddie Murphy), sino afirmar que la película del detective travestido de abuela juega sus cartas de una forma más honesta. Su cartel publicitario ya nos está advirtiendo desde el principio: Ojo, que ésta es una peli en la que sale un tipo que se disfraza de mujer y pone voz de pito, luego no digáis que no os lo he advertido. En cambio la película de la nave que desaparece en un universo paralelo en el que reina el Mal Absoluto nos despista. Nos propone un misterio de tamaño astronómico y nos pide que confiemos en lo que va a contarnos; como si nos advirtiera: Atención, aquí se tratan Cosas Importantes y Trascendentes, ¿de veras vas a perdértelas? Hechas las aclaraciones: ¿cuál de las dos películas pensáis que nos engaña con más desvergüenza?




Por supuesto estoy exagerando, porque volvería a ver Horizonte final y eso es algo que no haría con ninguna película de Martin Lawrence (he oído decir que la CIA utiliza la filmografía completa de este actor para sus interrogatorios). O sea que mi objetivo era mostrar lo frustrante que resulta ver una película que primero te ilusiona y luego te engaña. Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, Superman returns o Prometheus, ¿quién no ha sufrido la experiencia? Sentado en la butaca del cine mientras esperas que dé comienzo la película que tanto tiempo llevabas queriendo ver, recuerdas el entusiasmo que sentiste al ver el tráiler por primera vez o cómo fuiste contando los días que quedaban para el estreno. También recuerdas que tuviste que pedirle a tu novia que te acompañara. Sabes que a ella no le gustan las películas de ciencia ficción y que una petición como ésta acarreará algún tipo de contrapartida en el futuro, pero nada de esto importa ahora. Ni los nervios previos, ni la impaciencia, ni la más que probable extorsión de que serás objeto por parte de la persona que asegura que lo daría todo por ti. Nada. Cada uno de los esfuerzos ha merecido la pena, porque la película promete, y tú ya estás aquí, ahora, sentado en la butaca. Preparado para disfrutar. Dos horas más tarde sales del cine apretando los dientes. Consumada la estafa, sólo queda tragarse la decepción. Y sin embargo intuyes que la prueba aún no ha terminado. “¿Ésta es la película que tanto querías ver?”, escuchas a tu lado. A tu novia. Usando ese tono. Notas cómo la Rabia crece dentro de ti. Pero a decir de los maestros jedis la Rabia lleva a la Ira y la Ira al Lado Oscuro, de modo que te controlas.


Este muchacho acaba de ver una película de Adam Sandler

Guionistas especializados en buenas ideas y fatídicos desarrollos hay muchos. Otro día hablaremos de Damon Lindelof, guionista (ejem) de series como Lost y películas como (ejem) Cowboys & Aliens o Prometheus. Hoy preferiría centrarme en M. Night Shyamalan. Director y guionista de El sexto sentido, casi todas sus películas posteriores se basan en sugerentes puntos de partida que acaban diluyéndose en historias de absurdo desarrollo. El incidente: ¿y si una pandemia de suicidios hubiera empezado a extenderse sin freno y miles de personas comenzaran a quitarse la vida a lo largo y ancho del país? El bosque: ¿y si los habitantes de un pueblecito rural tuviesen que cumplir una serie de normas para sobrevivir a las maléficas criaturas que habitan el bosque circundante? La trampa del mal: ¿y si unas cuantas personas se quedaran atrapadas en un ascensor y una de ellas fuera el Diablo?


Espectadores paralizados o desmayados ante la noticia de que Shyamalan estrena nuevo film

"Soy actor. Así que si me dicen que pinte, yo pinto"

Para los defensores de su cine, Shyamalan es un creador arriesgado, un visionario que no teme sacar adelante sus originales proyectos aun a riesgo de que el público no los entienda. Para los más críticos, por contra, Shyamalan sólo es alguien con el arrojo necesario para presentar al productor de Hollywood de turno una libreta llena de ideas apenas esbozadas, y una habilidad casi sobrenatural para conseguirles financiación (reconozco que no son talentos menores, ojo):

PRODUCTOR: Y dices que tu nueva película trataría de un hada...
SHYAMALAN: En realidad es una ninfa.
PRODUCTOR: ...que aparece en una piscina...
SHYAMALAN: De un complejo de apartamentos de Cleveland, correcto.
PRODUCTOR: ¿Cuánta pasta me va a costar?
SHYMALAN: ¿Se puede poner precio al Arte?
PRODUCTOR: Aun así me gustaría saber la cifra.



"-¿Qué estamos haciendo aquí? -No lo sé, yo también me pregunto cómo hemos llegado a este rodaje"

En fin, concluyo mi post de hoy con un par de ideas que se me han ocurrido mientras desayunaba. Si alguien puede desarrollarlas (un guionista, o cualquiera que esté por la labor) que me avise. Iríamos al 50%:

Idea número 1.
La historia transcurre en un futuro muy lejano. La humanidad hace tiempo que ha desaparecido, pero las gigantescas instalaciones subterráneas que una vez dieron forma a la red que sustituyó a Internet siguen funcionando de forma autónoma gracias al combustible nuclear que las alimenta. La evolución ha seguido su curso en el planeta. Miles de nuevas especies han aparecido y desaparecido y una nueva raza de seres inteligentes domina ahora la Tierra. Un día esa nueva especie halla una de las enormes instalaciones subterráneas de las que hablábamos al principio. Todo el conocimiento de los hombres sigue allí, enterrado e intacto. Los nuevos seres, cuya civilización está muy desarrollada, se proponen devolver a la vida a un par de humanos, un macho y una hembra, para estudiarlos. Llaman al proyecto Adán y Eva.

Idea número 2.
En algún lugar de Internet, entre los miles de millones de páginas que forman la web, hay una página que muestra una escena tan terrible que provoca la muerte de quien la ve. Sólo una rara combinación de palabras clave introducidas en el buscador podría llevarte a esa página. Es poco probable que ocurra. Pero millones de usuarios navegan por la red cada día. Tú podrías ser el próximo en dar con esa página. (Por cierto: esta historia sí está completamente desarrollada. Podéis encontrarla en Un año en Facebook.)

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