viernes, 11 de enero de 2013

El luchador

El luchador había jurado vengarse. Viajó al Tibet y allí siguió un régimen de entrenamientos aterrador. Dormía dos horas diarias y el resto de la jornada lo dedicaba a fortalecer el cuerpo y la mente. Practicó meditación bajo cascadas de agua helada. Estudió la Naturaleza: de las piedras aprendió la paciencia y de los saltamontes... bueno, de los saltamontes no aprendió nada. Una vez se sintió preparado partió sin perder un segundo. “He vuelto”, le anunció a su enemigo al encontrarse con él cara a cara.

Fragmento extraído de “Un año en Facebook”.



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