martes, 19 de febrero de 2013

Trolls de Internet

Como todos los martes el hombre se levanta temprano. Se asea, se viste y se toma un café en la cocina mientras Sandokán, el perro de la familia, corretea entre sus piernas con la misma alegría histérica y un punto demente con que se despierta cada mañana. Todavía adormilado, el hombre va a la habitación donde duermen sus dos hijos pequeños y los despierta con suavidad. Es la hora, les dice muy bajito, los niños se quejan y balbucean excusas pero el hombre, inflexible, los saca de la cama, los ayuda a vestirse y los acompaña hasta la cocina para que se tomen el desayuno. “Cuando terminéis os laváis los dientes y me esperáis. Yo voy a pasear a Sandokán”.

En la calle está oscuro y hace frío, pero para un perro esto nunca ha sido un problema. El animal cumple rápidamente con su parte del trato. El hombre recoge la caca con una bolsa tratando de ignorar la hedionda calidez que palpita dentro, la tira a la papelera, y luego perro y dueño regresan a casa. Los niños ya esperan en el pasillo con los abrigos puestos y las mochilas a la espalda. El hombre los lleva al colegio. Les da un beso, les pide que estudien mucho y se despide de ellos hasta la hora de la salida. El hombre vuelve a casa directamente, y en el portal se cruza con las dos ancianas que viven en el 3º D. El hombre les dice que cada vez parecen más jóvenes, hace bromas sobre elixires de la eterna juventud y supuestos pactos con el diablo. Ellas ríen coquetas y salen del portal tan exultantes que una de las ancianas ni siquiera espera a estar lo suficientemente lejos para decir: “qué hombre tan encantador, ojalá tuviera yo treinta años menos”. Sandokán recibe a su dueño en la puerta de casa como si llevara dos años sin verlo. El hombre se prepara una tostada. Se dirige al despacho. Enciende el ordenador y carga varios periódicos digitales. Con gesto de nerviosismo se inclina sobre el monitor.

La primera noticia dice: “400.000 desahucios ejecutados en España desde 2008”. Pero al hombre no le interesa leerla. Se dirige al foro de comentarios y escribe: “Desahuciados = Perroflautas. Si no os lo gastarais todo en porros podríais pagar la hipoteca, gandules”. A continuación el hombre abre una segunda noticia. El titular dice: “La fundación de Bill Gates invertirá mil millones de euros en un programa de vacunaciones en África”. El hombre se salta la lectura y escribe en el foro: “Todo el dinero que tiene este tipo lo ha robado estafando con Microsoft. Los niños de África mueren por culpa de gentuza así”.


Nacionalista español opinando sobre los catalanes


La tercera noticia es en realidad un artículo cultural dedicado a una serie de televisión llamada El ala oeste de la Casa Blanca. El autor del texto sostiene que la serie es una obra maestra, pero esto es lo de menos. Resulta una delicia saborear tantas anécdotas jugosas, las referencias cinematográficas y literarias, la inteligencia con que éstas encajan en el conjunto. ¿Quién no respetaría al menos las horas empleadas por el autor para documentarse y escribir un texto así? Incluso el hombre lo lee al completo. Luego se dirige al foro y escribe: “El ala oeste de la Casa Blanca es una puta mierda. Y el artículo también”.


Nacionalista catalán opinando sobre los españoles


Completada la primera parte del trabajo, el hombre se despereza en la silla y le da un último bocado a su almuerzo. Diez minutos le han bastado, menos de lo que ha tardado en comerse la tostada, para levantar una polvareda en tres foros diferentes de Internet. Miles de lectores cabreados deben de estar leyendo en este momento sus opiniones, y al hombre sólo le resta esperar que alguno de ellos esté lo bastante indignado para responder. No ha de esperar mucho. El primero de los comentarios llega desde el foro de los desahucios y el hombre contiene el aliento mientras lo lee. Pero se lleva una decepción. Más reflexiones, explicaciones, datos: una pérdida de tiempo. Así que el hombre sigue esperando. El siguiente mensaje, procedente del foro de la fundación Gates, sí que es para él. Un tal Sr. Spontex le afea sus maneras groseras y le pregunta si alguna vez ha donado un euro a una organización o causa benéfica; dando por sentado que no ha sido así (y el hombre ha de reconocer que el Sr. Spontex está en lo cierto), el soliviantado internauta le pregunta por qué se muestra tan ofensivo con alguien que entrega mil millones de su bolsillo. El hombre apenas puede contener la impaciencia por responder. Pletórico, se inclina sobre el teclado y escribe una frase que vendría a explicitar el deseo manifiesto de que la madre del Sr. Spontex y el Sr. Spontex le coman el pene.

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